lunes, 28 de abril de 2008

Voces inocentes

Voces Inocentes: narra la historia de Chava (Carlos Padilla), un niño de 11 años que vive en un pequeño poblado en medio de los dos bandos enfrentados en la guerra civil de El Salvador durante la década de los años 80. En los 12 años que duró dicha guerra, el ejército reclutaba a los niños cuando cumplían la temprana edad de 12 años para servir al frente en la lucha contra la guerrilla formada. Chava tiene 11 años, y tristemente ve que más temprano que tarde acabará reclutado como sus amigos, teniendo que abandonar a su familia, compuesta por su madre, y sus encantadores hermanos. El amor fraternal y maternal queda patente en toda la cinta gracias a unas interpretaciones brillantes, y a una deliciosa ambientación y recreación de todo el conflicto armado, dotado de una espectacular puesta en escena pese a tratarse de una producción mexicana con no demasiado presupuesto.

Desgraciadamente, Voces Inocentes es una de esas películas que llegan a nuestro país con un considerable retraso y que tristemente no cuentan con el apoyo de una promoción adecuada capaz de acercar la cinta al público, ni con una distribución suficiente pese a que ha sido galardonada en numerosos festivales, incluyendo entre ellos el de Berlín. En concreto, la cinta de Mandoki llega a España con casi tres años de retraso, una escasa distribución de copias en nuestra cartelera y con apenas unas semanas en los cines; cines de barrio y familiares claro, olvidándose por completo de esas macrosalas destinadas al espectador meramente comercial y que tanto daño le están haciendo al cine más tradicional y lleno de encanto.

Voces Inocentes
es de esas cintas que se hallan espontáneamente, sin buscarla; ya sea en un videoclub o bien mirando por Internet, pero en mayor o menor medida, el público se llevará una grata sorpresa, pues nos encontramos antes un drama demoledor. Habla sobre la guerra y la miseria vista desde los ojos de unos pobres niños, sobre la intención sobrehumana de sus personajes en seguir adelante aún con las imposibles adversidades.
Puede ser tachada del típico dramón de lágrima fácil (cosa que no dudo), pero el mexicano Luis Mandoki ha conseguido filmar una película fuerte y dura de ver, con una evidente y tremenda propuesta de denuncia social, en la que quedan clarísimas las nocivas consecuencias de la guerra y el conflicto bélico sobre una sociedad pobre pero llevadera, las increíbles fuerzas y ganas de vivir de un niño de apenas 12 años, un niño al que la guerra le arrebata esa inocencia innata y acelera su maduración personal para convertirse en -como citan en la película- el hombre de la casa.

Mandoki, sorprende a todos con una puesta en escena espectacular, y unas escenas de guerra estremecedoras. Escenas durísimas, como la del reclutamiento de niños en un colegio, las ejecuciones infantiles o los tiroteos que sacuden las casas de la población más pobre son dignísimas del cine más hollywoodiense pero con la esencia del cine clásico. Más aún es a destacar la perfecta armonía de las escenas de acción con el escaso presupuesto que tiene la cinta de Mandoki, que pese a todo, a conseguido sacar a la luz una más que respetable obra.


En favor de
Voces inocentes, están las estupendas interpretaciones de todos los niños del reparto, donde destaca un sobrio y conmovedor Carlos Padilla como el niño protagonista, así como su hermano pequeño Alejandro Felipe (más conocido como Frijolito) que pese a su escaso dialogo, dota de una gracia especial a su personaje. Todas las actuaciones infantiles están bordadas e interpretadas con una naturalidad apabullante. También cabe destacar la estupenda fotografía que nos acompaña durante todo el visionado, con un brillante uso del primer plano para reflejar emociones y la majestuosidad de los paisajes salvadoreños.

En su contra juega el repetitivo y tono final de mostrar la vida cochambrosa de los habitantes y más concrétamente la de la familia protagonista, así como una cansina reiteración de la estructura narrativa de la cinta. Mandoki aborda una y otra vez el sufrimiento de un niño en la guerra, y la falta de trama que adolece la película nos hace pensar que Mandoki sólo se preocupó de transmitir de la forma más evidente el horror de la violencia en El Salvador, olvidándose por completo de una historia completa que contar. Asimismo, la voz en off de Chava resulta un recurso manido que lo único que intenta es despertar
en el espectador la mayor emotividad posible sin conseguir plenamente este objetivo.

Definitivamente, Voces inocentes es una importante producción mexicana de imponente fotografía, puesta en escena y realización, con un claro mensaje de denuncia social a los conflictos olvidados, y al hecho de recordar a nuestras adormecidas conciencias la cantidad de niños obligados a luchar en guerras. Todo un crudo relato duro de ver, una lucha por sobrevivir, por escapar de un sistema abrumador y autoritario, donde los niños son despojados de sus infancias, de su inocencia, de sus familias... Emotiva y conmovedora historia de salvación y redención infantil con un desolador mensaje pero que peca de melodramática en demasiadas ocasiones. Aún así, recomendable. Puntuación: 6 sobre 10.

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jueves, 24 de abril de 2008

Fuera de carta

Fuera de carta: ¿que haces un sábado por la tarde del mes de Abril? Pues que mejor que irte al cine con tu pareja a evadirte un poco de la realidad, a relajar la mente y de paso todo sea dicho, a zamparte un cubo de palomitas y coca-cola grande. 17:30 horas. Ahí estábamos mi novia y yo, perplejos frente a las taquillas de los cines viendo como se nos iban por tierra nuestras esperanzas de ver Elegy, lo último de la Coixet. Bueno, no pasa nada, veremos Rebobine por favor del rompedor Michel Gondry. Meeeeeck! Tampoco estaba en cartelera. Y es que desgraciadamente el cine más comercial se está imponiendo en favor del cine independiente o con menor distribución, relegando a títulos como Elegy o Rebobine por favor a escasos cines de barrio. Y ahí estábamos los dos, hundidos y viéndonos dentro de 20 minutos en alguna macrosala visionando algún producto megacomercial. Me niego, me niego a dar un euro más a la industria americana de los FX y el estruendo. Antes barro para casa y vemos Fuera de carta, que Javier Cámara no suele defraudar y además le han dado el premio a Mejor actor en la última edición del Festival de Málaga. Total que al poco tiempo estábamos sacando las entradas y de alguna forma, potenciando el cine nacional que tanta falta le hace, mientras algunos pequeños y medianos adolescentes (todos iguales eso si) se debatían entre ir a ver Casi 300, Retratos del más allá, 10.000 o Jumper por citar sólo unas pocas. En fin..., todos hemos sido adolescentes.

Bueno y tras este ladrillo comentaré a grandes rasgos lo que me ha parecido la cinta del novato realizador y ex-guionista de 7 Vidas y Aída, Nacho G. Velilla. Pues me ha parecido eso, un capitulo largo de Aída o 7 vidas visto en pantalla grande. Aunque a grandes rasgos destaco la soltura con la que se mueve el novel director dentro del mundo del celuloide. Tras ver el trailer de Fuera de carta en ¿Juno? creo, no me esperaba gran cosa de esta producción española con cierto regusto a las comedias del destape de los 70 y 80, y pensaba que la mayoría de los mejores gags o chistes estarían incluidos en dicho trailer (como el del enfermero mariquita que es despedido del banco de semen; si queréis saber porque ir a verla o seguir leyendo). Pero cual fue mi sorpresa que esto no sucede así del todo; es decir, gran parte de la simpatía y mala leche de la película se conserva durante todo el visionado de esta gracias a la inclusión de chistes y gracietas bien resueltas que mantienen un tono visual rápido y fresco.

La principal baza de Fuera de carta recae en el trato de la homosexualidad desde una perspectiva desenfada de la comedia con resultados de sensibilidad, humanismo y una ironía que pueden hacer sonreír a todo el mundo. Aunque parezca increíble la película no peca de frívola y superficial. El uso de palabras malsonantes es moderado, y tampoco hay un abuso de chistes de risa fácil. Se mueve más en el terreno del humor sutil y la ironía, dotándola de cierta elegancia, en un marco agradable y fácil de ver.

En cuanto al trabajo de los actores de Fuera de carta, recalcar que están sencillamente perfectos. Por encima de todos ellos destaca un inmenso Javier Cámara, resultando ingenioso y oportuno a partes iguales. Me ha encantado su papel de gay moderno que lleva un restaurante de alta cocina y que no se entiende con sus hijos, los cuales tiene que cuidar por obligación. Una vez más, Javier Cámara demuestra que se mueve como pez en el agua provocando la risa de la gente, y dominando como pocos el género de la comedia.
El que me ha sorprendido bastante y gratamente ha sido Fernando Tejero, quien, aunque todavía no consigue desprenderse de su personaje como portero de Aquí no hay quien viva, mantiene una gracia natural en su papel en Fuera de carta, el cual interpreta prácticamente desde la innata naturalidad que emana el actor. Por fin vemos al Tejero gracioso que vimos en Días de fútbol y no al estereotipo de El penalti más largo del mundo o Días de cine.
Destacar también el sonoro y sorprendente cambio de registro que adopta la actriz Lola Dueñas como mujer fatal, histérica, desinhibida y loca por los hombres. Aunque no me terminó de convencer su personaje, me gustaron algunas de sus divertidas apariciones llenas de enredos y salidas de tono brillantes.

En resumen, Fuera de carta es la típica comedia española (bastante superior a la media) bien resuelta con la que echar carcajadas durante poco más de 90 minutos. Con la estética de serie nacional, el director Nacho García Velilla nos muestra una comedia coral que tiene como tema central la homosexualidad. Ante todo, Fuera de carta es una crítica social que se mueve entre la ironía y la comedia. El resultado final es una comedia costumbrista y de la calle. Diálogos cercanos con ingeniosas frases, bromas verbales y gags acompañados por situaciones ridículas arrancan más de una carcajada. A pesar de su previsible trama argumental, con su final feliz y todo, el film no llega a decaer en ningún momento. Puntuación: 6,5 sobre 10.

Por cierto, al enfermero gay que trabajaba en el banco de semen lo despidieron por beber en el trabajo ;)

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lunes, 21 de abril de 2008

La soledad

La soledad: boquiabierto y maravillado estaba ya a los 20 minutos de ponerme a ver esta genuina obra de mi tocayo Jaime Rosales. Y es que, creo que es la primera película que veo en la que no existen movimientos de cámara. En los 125 minutos de metraje que tiene La soledad, el plano permanece inalterable, sin ningún tipo de movimiento o leve travelling. El movimiento de cámara es nulo, pues está rodada de forma estática y toda la acción se desarrolla con infinidad de planos fijos. La soledad utiliza un lenguaje muy concreto, basado en la transmisión de emociones y sentimientos de forma codificada, utilizando el pasado como referente y no como mera copia, como se hace actualmente. Es apabullante la calidad fílmica que rebosa está cinta de Jaime Rosales. Desde luego no es una obra apta para todo tipo de público ni mucho menos; de hecho la gran masa de espectadores la rechazará al poco tiempo de estar viéndola.

Es una película para sentir y para ver; más que ver, para observar detenidamente y captar la esencia del director, pues es una película de detalles. Es un cine al que no estamos acostumbrados, por lo menos un servidor, y que rompe todos los esquemas del lenguaje fílmico y clímax narrativo. Utilizando el ya archiconocido por todos concepto de polivisión, el realizador sella una intimista obra llena de una labor técnica impecable.
Y es que Jaime Rosales es un tipo corriente y buena muestra de ello lo demostró recogiendo el premio de Mejor director en la última gala de los premios Goya. Rosales defiende un tipo de cine muy concreto del que se considera un mero artista independiente, huyendo de millonarios presupuestos, estrenos multitudinarios en la Gran Vía de Madrid y de caras famosas.

Gracias a él, muchos director se reinvidicarán a la industria, productores y distribuidores; trabajando activamente al margen del sistema y buscando sus objetivos cinematográficos.
El cine tan personal de Jaime Rosales nos debería cambia nuestra forma de ver el cine, de entenderlo, de amarlo y de sentirlo. Orgullosos tendríamos que estar de tener en nuestras filas un director como él, reivindicativo y con un gran talento. No puedo evitar sacar paralelismos con el mismísimo Michael Haneke, Lars Von Trier o David Lynch. Todos ellos son rompedores en la época en la que hacen cine y generalmente nulamente aceptados por el borreguismo de este país. Y es que el tedio y la rutina que pueda generar La soledad es algo muy difícil de digerir para el espectador medio o gran público, excesivamente adoctrinado en las pautas de introducción-nudo-desenlace y que rechaza cualquier cosa que rompa estos esquemas; sus esquemas.

La soledad
destaca principalmente por tres cosas: la apabullante hiperrealidad que refleja, la grandiosa actuación de todo el reparto y el concepto de polivisión. Pero vayamos por partes. Hablar de realidad en el cine de hoy en día es muy difícil, pues estamos acostumbrados a un tipo de cine muy concreto, efectista y engañoso. Un cine repetitivo, manido e imitativo hasta la máxima potencia. Pero en La soledad asistiremos y compartiremos la vida de dos mujeres, dos mujeres de barrio, con sus respectivas familias y problemas. Más que realidad, podríamos hablar de situaciones cotidianas, conversaciones banales y la vida del día a día. Estamos hablando de un costumbrismo hiperrealista capaz de narrar con interés unas existencias tan corrientes como las de cualquiera de nosotros.


Del reparto de La soledad sobran las palabras. Destacar la excelente labor de casting y dirección de actores que se ha llevado a cabo en La soledad. Tanto Sonia Almarcha como Petra Martínez bordan sus difíciles y complejos papeles, regalándonos ambas unas de las mejores interpretaciones de 2007 (con permiso de mi querido Alberto San Juan en Bajo las estrellas).
Lo que no termino de entender muy bien es el premio de Mejor actor revelación para José Luis Torrijo en la última edición de los premios Goya. Confirmo que desde luego resuelve notablemente su trabajo en la cinta de Rosales, pero me parece insuficiente el papel que desempeña en dicha cinta, llegando a cubrir apenas una hoja de guión.

Por último me gustaría hablar un poco del concepto de la famosa polivisión de Rosales. Personalmente, es la primera vez que observo este recurso en el mundo del celuloide, y me parece todo un acierto el haberlo utilizado en esta obra. La polivisión es una llamativa división de la pantalla que muestra dos puntos distintos de cada escena de forma simultánea. A veces se trata de dos ángulos sobre un mismo espacio (por ejemplo la cocina de una casa vista desde dos posiciones distintas). Otras, una visión simultánea sobre dos fragmentos de un espacio escénico más amplio (por ejemplo, el comedor y el salón de un apartamento sobre el que los personajes vienen y van). Con esta técnica, el realizador consigue introducir al espectador plenamente consciente en la intimidad de los personajes, sensación aún más acentuada cuando el espectáculo que ofrece es visualmente tan parecido a la vida real. Este mecanismo de hiperrealidad se incrementa aún más si cabe con la ausencia de banda sonora, siendo los únicos efectos sonoros que escucharemos el tráfico de Madrid, la lluvia, voces de la calle o los pájaros del parque.


En definitiva, La soledad sobresale con la nota de obra maestra frente a la media de productos nacionales que se hacen hoy por hoy en España. En un futuro no muy lejano, Jaime Rosales se convertirá en todo un referente del cine europeo a poco que consiga realizar otra obra como su último trabajo. La soledad habla de muchas cosas, pero sobretodo habla de realidad con emoción y mucha inteligencia. Y por fin esta inteligencia fue premiada en la gala de los premios Goya. Por fin el cine ganó a la industria. Por fin las ideas creativas ganaron al dinero. La Academia cinematográfica eligió como ganadora un tipo de cine distinto, una alternativa a la imitación, a lo repetitivo y a la no reflexión. Me gusta estar del lado de La soledad, del lado de los que amamos el cine y su concepción como obra de arte, y en contra de la gran mayoría, pues una vez más La soledad demuestra que la mayoría, en general, siempre se equivoca.
Puntuación: 8 sobre 10.

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jueves, 17 de abril de 2008

Star Wars: Clone Wars. Trailer.

Star Wars: Clone Wars es la primera en casi todo. Es la primera secuela en estrenarse desde el 2005 tras el ‘Episodio III’, es el primer film en animación de la saga, es la primera en no ser distribuida por la Fox (esta vez será la Warner), y es la primera en no estrenarse un mes de Mayo: lo hará el 15 de Agosto en los USA.

En tecnología 3D, y muy alejada del tratamiento que Genndy Tartakovski (Samurai Jack) le dio a la serie de la Cartoon Network hace 4 años, la película sitúa las aventuras de Anakin y Obi-Wan entre el ‘Episodio II’ y el ‘Episodio III’, con la aparición de Ahsoka Tano, la primera aprendiz femenina de Anakin, y el rescate del hijo de Jabba el Hutt.

El film, que se estrenará el 29 de Agosto en España, dará paso a la serie que la Cartoon Network prepara para el otoño del 2008. De momento para los fans de la saga el trailer los deja con la miel en los labios.

Personalmente creo que no está mal, aunque se podría haber mejorado la calidad de los dibujos. Parecen demasiado infantiles.



Star Wars The Clone Wars - Trailer

Fuente: TuBlogDeCine

miércoles, 16 de abril de 2008

Quarantine, trailer y preview del remake de REC

Ya podemos ver aquí el primer trailer de Quarantine, el remake americano de nuestra querida [REC], la brillante película de Jaume Balagueró y Paco Plaza. Resulta sorprendente el mero calco que han hecho de la versión española, pues las escenas son exactamente igual, fotograma por fotograma, y prácticamente no existe ni la más mínima variación sobre el material original. Incluso, atención, se permiten el lujo de incluir EN EL MISMO TRAILER la última escena y que da el cierre a la cinta, destrozando cualquier tipo de emoción o sorpresa final. Me parece lamentable que esta secuencia se incluya en el trailer final de Quarantine.

En Quarantine se cambia L'Eixample barcelonés por unos apartamentos de Los Ángeles, el cuerpo nacional de bomberos y la policía local por los marines yankees. El resto es una mera copia plano por plano de la original (por lo menos en lo visto en el trailer) como ya hiciera en su día Gus Van Sant con Psycho; estrepitoso fracaso en el remake de Psicosis del maestro Hitchcock.

Ahora sólo falta que Quarantine se convirtiese en un bombazo taquillero que hiciera olvidar al film original. El remake ha sido dirigido por el desconocido hasta ahora John Erick Dowdle, y en el papel de la reportera de televisión han puesto a Jennifer Carpenter, la cual ha obtenido cierta fama por dar vida a la hermana de Dexter (serie de televisión sobre un asesino en serie). Además de la reportera, completan el reparto Columbus Short, Jay Hernandez y Johnathon Schaech.



Quarantine se estrenará en los USA el próximo 17 de Octubre.


Si alguien tiene problemas para ver el video aquí tenéis un enlace alternativo.

lunes, 14 de abril de 2008

La vida de los otros

La vida de los otros: excelente film alemán que recrea a la perfección una parte muy importante y todavía viva para algunos de la historia contemporánea de Alemania. La vida de los otros supuso el debut como guionista y director de Florian Henckel von Donnersmarck, y se convirtió en la ganadora del Oscar a la Mejor Película Extranjera en 2007. Además del reconocimiento en los premios de cine americanos, fue galardonada con siete premios Deutscher Filmpreis (Premios del cine alemán) y fue candidata para los Globos de Oro en la Categoría de Película extranjera.

La vida de los otros narra la historia de Gerd Wiesler, un capitán de la Stasi, la policía secreta de la RDA (Republica Democrática Alemana). Un buen día, recibe la misión de espiar y observar a un matrimonio joven con diversas sospechas de posibles traidores a la patria.

Brillantemente narrada, La vida de los otros supone un fascinante y cautivador relato de la difícil misión del capitán Wiesler, que poco a poco verá afectada su vida y sus ideales de una forma verdaderamente drástica, llegando a cuestionarse muchas cosas sobre su organización. Con un guión sólido que no cojea en ningún momento, se convierte en una de las mejores apuestas de 2006, y en una película donde todos los elementos expuestos funcionan como el engranaje de un reloj, tocando momentos de tensión, romance, suspense e incluso comedia. Sabe elegir el tono perfecto en cada secuencia; resultando todo un logro para un director novel.

El pulso narrativo que se imprime en La vida de los otros es calculador y sobrecogedor, jugando con la doble moral del personaje hasta límites insospechados, llegando a causar un dilema moral no sólo en el capitán Wiesler (traición o corazón), sino en el propio espectador. El guión se escribe de forma matemática, donde cada cosa llega a su debido tiempo, sin precipitarse en ningún momento, de forma sutil y a la vez realmente efectiva; nada se provoca apresuradamente ni de forma artificiosa. Nos encontramos ante una cinta visualmente bellísima, a pesar de la oscura y apagada fotografía que se aprecia durante todo su visionado, logrando equilibrar los tonos con la emoción del fotograma.

En cuanto a los personajes, destacar un perfecto y sobrio Ulrich Mühe que no brinda una estelar actuación como capitán de la Stasi llena de infinita sutileza y virtuosismo. Transmite todo lo que tiene que transmitir, ese ahogamiento y desasosiego de su personaje queda reflejado de forma brillante en su perdida mirada y austera figura. Ulrich Mühe cierra una interpretación extremadamente difícil dada la complejidad del personaje, destacando la contención de emociones en diversas escenas. Su silencio resulta de lo más abrumador, e irónicamente charlatán, ya que transmite emociones por doquier.

A destacar el excelente final que da cierre a la cinta, y que de forma implícita está lleno se sentimientos. Personalmente me ha encantado, y menos mal que no acabó como todo el mundo creía cayendo en la lágrima fácil. La belleza y emotividad del rostro y de las palabras de la última escena es innegable e impagable.

En resumen, brillante producción alemana que se sustenta principalmente en un perfecto y calculado guión y en la potente y virtuosa interpretación de su personaje principal. Inteligente, honesta, y sencillamente soberbia, La vida de los otros se convertirá con el paso del tiempo en un film clave en nuestra particular videoteca -si no lo es ya. Puntuación: 8 sobre 10.


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jueves, 10 de abril de 2008

El caníbal de Rothenburg

El caníbal de Rothenburg: lo cierto es que no esperaba mucho de esta producción alemana con cierto regustillo a telefilme de Antena 3 los sábados por la tarde, pero que menos que un mínimo de estructura narrativa sólida acompañada de una lograda estética. Pues ni eso señores, ya que resulta una vergonzante propuesta con su -eso si- previo calificativo de "Basado en hechos reales", cosa que no dudo ya que realmente la historia que cuenta ocurrió en Alemania hace unos años. Aunque eso si, la coletilla anteriormente citada, da cierta solidez a los hechos narrados, creando una sensación de realidad aceptable e implicándote mínimamente con la cinta y sus personajes.

Pues bien, la sinopsis creo que es de sobra conocida por todos. Una universitaria alemana a punto de graduarse investiga para un trabajo el célebre caso del caníbal de Rothenburg, Oliver Hartwin, que asombró y horripiló a la opinión pública del mundo entero. Hartwin puso un anuncio en internet, por medio del cual conoció a un hombre, Simon Grombeck, que libremente quiso ser devorado por Hartwin. Poco a poco, la investigación de la joven se convierte en una peligrosa obsesión. Está inspirada en un caso real: el de Armin Meiwes quien fue condenado en enero de 2004 a ocho años y medio de prisión por la Audiencia Provincial de Kassel por homicidio, tras confesar haber matado al berlinés Bernd Jürgen Brandes, de 43 años.

Hasta aquí partimos de una premisa interesante, cosa que me impulso a ver esta cinta prohibida en Alemania pocos días antes de su estreno. Desgraciadamente se queda en eso, en una simple intención muy mal resulta por parte de su director Martin Weisz, especialista en rodajes de videoclips MTV'eros. Quiero creer que el realizador iba encaminado a rodar un truculento film sobre uno de los criminales más patológicos de la historia, pero finalmente acabó resultando un quiero y no puedo.

Para empezar podemos distinguir dos partes claramente diferenciadas en la película. Durante los primeros 40 asistiremos al festival de los flashbacks (a razón de 3 cada 10 minutos), cosa que me parecería aceptable siempre y cuando aporten un mínimo de interés o sentido a la historia. De alguna forma, la misión de introducir estos flashbacks es crear una especie de justificación a los actos del caníbal; pues vemos la traumática y perturbadora infancia sufrida por dicho caníbal. Otro de los objetivos de estos flashbacks sería el mostrar como transforma su personalidad de niño a adulto y como le resulta imposible aceptar nunca la muerte de su madre. Total, que ni por un lado ni por otro encuentro interesante esta primera parte de la cinta, pues cae reiteradamente en un aburrimiento total muy difícilmente soportable. Además, comentar lo vergonzante de las escenas en la infancia de ambos protagonistas, con ese filtro de película envejecida y en tonos sepia, que resulta un insulto para cualquier director de fotografía con una mínima experiencia en su campo. Insultante de todas todas.

En la segunda parte de la película, se nos muestra la vida adulta del caníbal, su vida profesional (haciendo él mismo la comida de una jornada laboral con por supuesto carne humana) y ¿su vida personal? por llamarlo de alguna forma. A partir de aquí comienza digamos, la parte menos mala de la cinta, tanto por la relación que mantienen asesino y victima como por la más o menos lograda estética lúgubre y aústera. El modo en que el director cuenta la historia y la atmósfera general que envuelve el filme está bien resuelto, resultando húmeda y opresiva.

En teoría, es una película de terror aunque supuestamente inspirada en un acto de amor. Un acto de amor y de mutua acuerdo entre los dos protagonistas, en el que uno quiere comer y el otro quiere ser comido. Quiere resultar un thriller psicológico planteando una angustia terrible al espectador y se queda en un mero telefilme donde lo único reseñable es su corta duración.

Me permito el lujo de avisar a aquellos que, como yo, esperen un festival gore que se abstengan de ver esta cinta, pues a parte de que prácticamente no hay violencia -hasta los últimos 10 minutos- la violencia que se muestra es implícita; es decir, no se muestra abiertamente. Esto puede ser muy peligroso porque puede salirte bien (Hard Candy) o puede salirte muy mal (El caníbal de Rothenburg).

Pese a todo, esta película debió gustar bastante (y no me explico el porqué) puesto que fue bien recibida en varios festivales de cine y que cuenta en su haber particular con varios premios entre los que destacan los de mejor actor, mejor fotografía y mejor dirección en el Festival de Sitges.

En resumen, El caníbal de Rothenburg me ha parecido realmente aberrante. Lenta, aburrida y de una factura muy irregular. Lo mejor son sus escasos 85 minutos de duración (menos mal) y su estética de cara al final de la cinta. Los actores justitos, cumplen con su papel pero sin sobresalir. Se podía haber logrado mucho más con este planteamiento. Una lástima. Mi recomendación es alejarse de ella salvo problemas de insomnio. Puntuación: 2 sobre 10.

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lunes, 7 de abril de 2008

Monsieur Verdoux

Monsieur Verdoux: una de las películas más atípicas de la obra chapliniana es sin duda la que hoy nos ocupa. Y es que resulta cuanto menos inquietante ver a Charles Chaplin haciendo las veces de asesino en serie de maduras señoras adineradas. El gran logro de Chaplin en Monsieur Verdoux reside en dotar a su personaje de esa malvada actitud y al mismo tiempo conseguir que se marque una sonrisa en el rostro del espectador. Una vez más, Charles Chaplin muestra como un actor de comedia, puede interpretar a un delincuente que guarda el carisma y simpatía que siempre ha caracterizado al inmortal personaje de Charlot.

En esta obra de humor negrísimo y muy adelantada a la época en que se realizó, Chaplin aborda el tema de la muerte y los asesinatos desde un punto de vista cómico, sutil y mordaz, pero que la gente de 1948 no estaba preparada para asumir. Aún así, el mismo Chaplin, consideraba Monsieur Verdoux como el film más brillante de su carrera. Esta cinta de Chaplin está basada en el personaje real, Henry Landrú (1869-1922), condenado a la guillotina por el asesinato de diez mujeres. Esta idea surgió del joven talentoso Orson Welles para un documental novelado, pero más tarde, Chaplin la usaría en la que hoy conocemos como Monsieur Verdoux incluyendo el nombre de Orson Welles en los títulos de crédito.

En la película, Henri Verdoux (
Charles Chaplin) está casado y con un hijo, pero para mantenerlos, posee una doble vida y se dedica a casarse bajo identidades falsas con viudas ricas, de las que se deshace para apoderarse de toda su fortuna, y con este dinero viven él y su familia hasta que se agota y vuelve a la búsqueda de otra víctima.

Charles Chaplin dio un giro total con respecto a las comedias alegres y sentimentales que le caracterizaban a él y a su cine, y rodó esta sublime comedia negra. Su personaje es una mezcla paradójica entre la bondad y lo despiadado, pues en una escena, un hombre está podando sus rosales y evita pisar una oruga, mientras al fondo del jardín está incinerando en un horno los trozos de una de sus víctimas. El argumento está lleno de humor diabólico, una amarga sátira y una violenta crítica social. Se palpa durante toda la cinta esa doble dualidad moral que pondrá en entredicho al espectador.

Lo que más sorprende de Monsieur Verdoux respecto a las cintas anteriores de la filmografía de Chaplin, es que la factura ya no procede básicamente del cine mudo. Es la continuación de la estructura narrativa expuesta en El gran dictador, donde existía una alternancia entre discursos y escenas mudas. En Monsieur Verdoux se procede a una conversión total hacia la película sonora y hablada, abandonando completamente los orígenes del cine de Chaplin.

Desgraciadamente,
Monsieur Verdoux supuso el inicio de la última y más triste etapa de Chaplin en EEUU, país que abandonaría en 1952. Chaplin no era un enemigo acérrimo de EEUU, pero en el papel de Monsieur Verdoux (hablando él mismo en boca de su personaje, Henri Verdoux) fue indudablemente un crítico... en una sociedad que no aceptaba ninguna crítica.

En su comedia negrísima, trata el tema de la muerte como algo natural, e incluso hilarante. Monsieur Verdoux pasó sin pena ni gloria por las taquillas americanas, aunque más tarde se le concedería el reconocimiento que bien merece esta obra chapliniana; un clásico muy especial. Pero el público de 1948 no estaba preparado para contemplar la muerte cara a cara y salir del cine airoso y con una mueca en el rostro. Hoy en día, sin embargo, Monsieur Verdoux está consideraba como una comedia negra genial y figura entre los mejores trabajos de Chaplin, pese a la ausencia de su emblemático personaje, Charlot.

Y es que hay muy poco del inmortal Charlot en
Monsier Verdoux, pero eso no quita que se mantengan inalterables algunos de sus tics, costumbres y movimientos tan característicos, dotando al personaje principal, Henri Verdoux, de toda la comicidad y bondad que emana el carismático Charlot. Estos tics están presentes en la escena de la barca con Anabelle y mientras se esconde en su propia boda. Personalmente, creo que en el fondo Charles Chaplin nunca consiguió desprenderse del todo de su Charlot, ni en Monsieur Verdoux ni en cintas posteriores. Siempre quedará algo de Charlot en Chaplin, pues es algo innato y fabuloso de su personalidad. Puntuación: 8 sobre 10.

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viernes, 4 de abril de 2008

Blow

Blow: desde que vi Blow quedé cautivado. Cautivado y embaucado por la estremecedora historia real de George Jung, un hombre que lo tenía todo y al mismo tiempo no tenía nada, un hombre en medio de una espiral de poder, dinero, mujeres, traición y oro blanco, mucho oro blanco.

Hace ya tiempo que vengo queriendo escribir una crítica de la que ha sido durante mucho tiempo una de mis películas preferidas y que sin duda está dentro de mi Top 5 de favoritas (que no obras maestras) junto a La Naranja Mecánica (esta si que es obra maestra), Amanecer de los muertos, Los amantes del circulo polar y El club de la lucha. Por cierto, hay que ver lo difícil que es hacer un Top 5 de películas favoritas madre mía, no quiero imaginar tener que hacer un Top 3. Aclarar que son mis preferidas y en ningún caso las considero obras maestras salvo la cinta de Kubrick. Si tuviera que hacer un Top 5 de obras maestras supongo que elegiría: Casablanca, Con faldas y a lo loco, Los 400 golpes, Tiempos modernos y Vértigo.


Pero volvamos a lo que nos ocupa, esto es, la obra del fallecido misteriosamente Ted Demme, Blow. Desde luego para mi, es una cinta como la copa de un pino a la que no le falta ni sobra ni un detalle. Y es que desde el primer fotograma nos damos cuenta de que estamos ante un film diferente, un film con "algo", un film especial que injustamente está muy olvidado en la mente de muchos cinéfilos, pero que con el tiempo -como el buen vino- alcanzará cotas muy elevadas de calidad, y por supuesto la mención que se merece dentro del séptimo arte.

Blow es una cinta que bebe mucho del mundo de Scorsese, con unas directrices muy claras y explicitas influencias del cine del bueno de Martin. Dirigida por Ted Demme, autor de la fantástica Bautiful girls, y escrita por el titubeante Nick Cassavetes y David MacKenna (guionista de American History X), Blow está basada en una historia real y cuenta la historia de George Jung, Pablo Escobar, Carlos Lehder y el Cartel de Medellín de Colombia (organización delictiva más importante dedicada al tráfico de cocaína). Los guionistas crearon el guión para la película a partir del libro publicado en 1993 por Bruce Porter llamado "Blow: How a Small-Town Boy Made $100 Million With the Medellin Cocaine Cartel and Lost It All" (Esnifa: De como un pequeño muchacho de pueblo hizo $100 millones con el Cartel de Medellín y de como lo perdió todo).

Blow nos desvela la estremecedora historia real de George Jung, el primer americano en crear un modelo de negocio de importación de cocaína a gran escala, su ascenso, propiciado por la avaricia y persecución del sueño americano; y su caída, desencadenada por múltiples errores y traiciones de amigos y familiares (vaya zorra la madre). La historia de un hombre, un tipo corriente, que invirtió todo su ingenio, ambición y pericia en un empeño que finalmente perdió por su codicia materialista.

El filme expone el lado más oscuro del glamour de los años 70 y 80, donde no todo era dinero, mujeres y poder. A través de un meticuloso examen de ese mundo de contrabando, de negociaciones implacables, de ejecuciones brutales, de grandes operaciones de blanqueo de dinero, Blow nos propone un viaje al lado de Jung, donde asistiremos impasibles a toda la desdicha de su personaje, a sus alegrías y tristezas, a sus esperanzas y miedos, a su ascenso al poder y su posterior e inevitable descenso a los infiernos. Porque al fin y al cabo, George Jung fue -y sigue siendo- un hombre leal, un hombre consecuente con sus ideales, capaz de luchar con todo para salvar aquello que mas quería, su familia; pero que acabó en una encrucijada formada por el dinero y el preciado polvo blanco.


Blow es de desarrollo ágil, rápido y eficaz. El pulso narrativo es el correcto, acelerado para no caer en la rutina y el aburrimiento. La presentación de los -múltiples- personajes está acorde con el ritmo y la veracidad de los hechos (pues no veremos a Pe hasta pasada casi una hora de metraje). Ted Demme no juzga ni analiza, simplemente desnuda la historia de Jung. No está aquí para dar discursos sobre las drogas (y menos él que murió en extrañas circunstancias) sino más bien para retratar en forma de fotograma el sueño americano. El realizador destripa todo los entresijos de una vida donde las traiciones y el miedo están a la orden del día, y los falsos sentimientos juegan un papel importante en todo esto.

La construcción de los personajes en Blow resulta magistral. Todos están perfectamente retratados e hilvanados, conformando una conjunto coral con multitud de personalidades. Tenemos pues el carácter fiel de su amigo, el contacto afeminado con el que empieza en el mundo de la hierba, la bondad de su primera esposa, el padre trabajador y honrado capaz de perdonar a su hijo en infinidad de ocasiones, la madre egoísta que sólo le importa la opinión del vecindario, su compañero de celda que más tarde le traicionaría, el capo Escobar sin escrúpulos, su actual mujer enganchada al poder y a la cocaína, su inocente hija que únicamente busca el consuelo y el amor de un padre etc.

Y por encima de todos ellos destaca un soberbio Johnny Depp. Un Depp que compone un sobresaliente personaje lleno de matices y personalidad. Un Depp capaz de insinuar con una mirada toda la profundidad de un personaje tan complejo y ambiguo como lo es George Jung. Junto a Johnny Depp destaca un impresionante Jordi Mollá como Delgado. Resulta apabullante la interpretación de un Mollá en estado de gracia, quizá un poco sobreactuado, pero que dota de toda la fuerza e intensidad necesaria a su personaje (impresionante la escena donde Depp descubre la traición de Mollá en la isla). Jordi Mollá retrata un personaje delirante, lleno de altibajos y donde gran parte de su eficacia reside en la expresividad de sus ojos. Ambos construyen una realidad interpretativa impagable, donde el duelo se resuelve en favor de un Depp soberbio. Por su parte, Penélope Cruz está carente de emotividad. Construye un personaje demasiado artificial y neurótico, lleno de gritos e histeria. Se dedica a vagar por arriba y abajo dando muestras de su escasa convicción en el trabajo y estropeando lo que podría haber sido una de sus mejores papeles como actriz. No me convence en absoluto; de hecho es la nota más negativa para un film redondo. Sus ganas de dar el gran salto en Hollywood la llevan a interpretar de una manera tosca y engañosa.

Por lo que respecta al apartado técnico destaca una potente banda sonora que sin duda es el complemente ideal para este tipo de cintas. La gran elección de la música que acompaña al film es una de las bazas más importantes que tiene Blow en su haber. Mención especial merece la dirección artística, de vestuario y maquillaje, pues vemos como durante dos décadas, Depp se marca diferentes modelitos horteras y que tan bien quedan en cintas de estas características (véase, Scarface o Casino).


Resumiendo, Blow es una gran película injustamente olvidada por la crítica y el gran publico. No llego a entender como una cinta con tantísimas cosas buenas haya pasado casi desapercibida. Tal vez nunca se convertirá en Uno de los nuestros o Scarface, pero creo que merece un mayor reconocimiento cinematográfico. Puntuación: 9 sobre 10.


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martes, 1 de abril de 2008

Una historia verdadera

Una historia verdadera: cuanto menos, el adjetivo diferente es el que mejor define la cinta de David Lynch. Con esta película, Lynch nos descubre su lado menos turbulento y obsesivo, pues tenemos delante una obra sencilla, bien narrada y sin enredos que te atrapa desde el primer fotograma. Y es que en Una historia verdadera asistimos a una visión de Lynch totalmente distinta de las que nos tiene acostumbrados, asistimos a un Lynch "normal" y "ordenado" pues su película es una extravagancia en su filmografía y todo un homenaje al cine más clásico de John Ford.

Resulta complicado resaltar una cinta de Lynch en la que se nos plantee la estructura narrativa básica; esto es planteamiento, nudo y desenlace. Pues contra todo pronóstico, David Lynch firmó en 1999 su obra más coherente y racional. Toda una declaración de intenciones para nuestros sentimientos más profundos, una preciosa maravilla en forma de película; toda una lección de cine. Rodada sin ningún tipo de alarde ni pretensión, con unos medios y una factura de lo más convencional, David Lynch nos presenta una historia de soledades y encuentros, de alegrías y tristezas, de testarudez y valentía de un ser humano.

Creo que es sin duda la película más sencilla que ha dirigido, y no por ello -ni mucho menos- la peor. Dificultad no siempre implica virtuosismo, y ello se hace patente una vez más en Una historia verdadera. La sencillez hecha película puede convertirse en una maravilla. La sencillez de Una historia verdadera, en la compleja mente de David Lynch.

Alvin Straight es un hombre de 73 años, que tras 10 años sin hablarse con su hermano, decide ir a visitarlo tras el infarto sufrido. Con varios achaques a las espaldas y la vista y la cadera casi destrozada, resulta imposible realizar el viaje en coche, y para colmo no hay ningún autobús que lleve directo al pueblo de Minesota donde vive su hermano. Así que Alvin decide montarse en su cortacésped y realizar los más de 500 kilómetros en él.

Queda patente durante su visionado, la perseverancia y constancia del viejo Alvin, el cual está decidido a acabar su viaje como lo empezó. Al frente de la obra de Lynch, encontramos a u veteranísimo Richard Farnsworth nominado al Oscar (y no es para menos) por su actuación. Lynch nos presenta un hombre que no tiene prisa por recorrer su camino; únicamente tiene ganas de acabarlo como lo empezó, en su cortacésped. Su historia es su camino, si bien no importa tanto el origen y el destino como el trayecto en si; un camino de reflexión sobre lo que le ha tocado vivir. Richard Farnsworth está acompañado en el reparto de una Sissy Spacek en decadencia tras su única joya (Carrie), y de un buen puñado de actores secundarios escogidos a la perfección.

Destacar la labor del músico y colaborador incondicional de Lynch, Angelo Baladamenti, y la fotografía de Freddie Francis. Ambos con su trabajo, consiguen elevar el apartado técnico y visual de Una historia verdadera hasta la cota de maestría. La cinta ofrece la agradable sensación de llenar, no sólo la pantalla, sino al público mismo a base de reflexiones y lecciones de la vida.

Una historia verdadera
es una impagable, profunda y conmovedora historia de sentimientos y superación humana. Con un actor protagonista en estado de gracia, una fotografía brillante de la América del medio Oeste y una música electrizante y memorable, la obra de Lynch se convierte en toda una lección de cine de un clasicismo apabullante. Personalmente, prefiero al Lynch misterioso, poético, onírico y embaucador de Mulholland Drive, Twin Peaks, El hombre elefante y Terciopelo azul. Aún así, chapeau David por tu cinta más "normal". Puntuación: 7,5 sobre 10.


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