Tras el largo periodo de inactividad (10 días) ocasionado por las fiestas falleras (como buen valenciano) y de Semana Santa, vuelvo otra vez a la carga. Hoy le toca el turno a la última cinta del realizador David Slade, 30 días de oscuridad.
30 días de oscuridad: mucha expectación generó en mi la noticia de que el director de la magnífica Hard Candy iba a dirigir una cinta sobre vampiros. Mi expectación fue bajando cuando me enteré que el actor-héroe responsable de interpretar el personaje principal del film iba a ser un banal Josh Hartnett. Aún así no perdí la esperanza de poder disfrutar de una buena cinta, entretenida, con una buena historia -que no sobresaliente- y las dosis abundantes de sangre y gore que tanto me agradan y que tan necesarias son en este género.
Si bien 30 días de oscuridad no ha cumplido plenamente mis expectativas iniciales, no me ha defraudado tanto como creía tras leer las malas críticas cosechadas en sus primeras semanas de cartelera cinematográfica. Y es que David Slade, director de esta cinta y responsable también de la potente y cruda Hard Candy, es un buen director. Sabe llevar el pulso narrativo a su terreno, y le imprime un ritmo poco convencional en un film de estas características, que si bien puede que no llegue a todo el público, para mi solventa con creces la ardua tarea de tocar un género donde prácticamente está todo visto.
La cinta de Slade parte de un planteamiento inicial de lo más atractivo, pero que conforme avanzan los minutos, va perdiendo fuelle. La acción se desarrolla en un pueblo de Alaska que anualmente le esperan 30 días seguidos de oscuridad total. El sol se pone y durante un mes la noche gobernará sobre el día. Con esta premisa, el pueblo resulta de lo más atractivo para cualquier chupasangre y efectivamente, esta ausencia de luminosidad es aprovechada por el grupo de vampiros creados por David Slade. Aunque no se nos informa de donde vienen los vampiros, poco importa, pues sabemos de sobra que sus intenciones son principalmente alimentarias y en forma de carne humana.
Tras la pausada presentación de personajes, donde la relación entre Eben (Josh Hartnett) y Stella (Melissa George) está un poco cogida con pinzas y carente de interés, comenzará una apabullante y potente puesta en escena, donde los vampiros serán los verdaderos protagonistas de esta historia, relevando a un inexpresivo Josh Hartnett a los últimos peldaños de la interpretación. Y es que en 30 días de oscuridad, queda reflejado que apenas puede aportar otra cosa que no sea su atractivo físico a los personajes que encarna. Y es que sobre él, recae todo el peso de la película al coronarse como el héroe de esta, cosa que le viene demasiado grande. Nadie se cree su actuación, hacha en mano en plan Jack Torrance en El resplandor y degollando vampiros por doquier. Suspenso para la dirección de casting.
En cuanto a la acción desarrollada, David Slade la solventa con bastante elegancia, dotando de la sangre necesaria a las escenas de violencia y quedando patente algunos de los tics más comunes de las cintas de serie B. Eso si, algunas escenas son un mero calco de films como 28 días después o Amanecer de los muertos, y en cuanto a la estética y puesta en escena se nos vienen a la cabeza cintas como Asalto a la comisaría del distrito 13 (la clásica de John Carpenter) o La Cosa también de Carpenter.
Destacar una conseguida fotografía gélida de 30 días de oscuridad, acorde con el clima que representa la película, con claros tonos y filtros azulados y apagados que tan bien sobresalen en contraste con el color de la sangre. Destacar también el brillante plano cenital que nos brinda Slade (muy al estilo de la introducción de Amanecer de los muertos) y en el que se desarrolla la acción en cada centímetro de la pantalla, viendo los numerosos ataques que los chupasangres ejercen a los habitantes del pueblo desde un mismo punto de vista. Sencillamente brillante.
En definitiva, 30 días de oscuridad acaba siendo una propuesta entretenida que gustará a los amantes del género de terror y vampiros; el resto de público abstenerse. Poca cosa nueva es lo que aporta esta cinta, pero pese a ello resulta un producto diferente a pesar de sus tópicos. Se salva por un final bien resuelto que no acaba como cabría esperar; y por una excelente labor de producción, dirección artística y maquillaje. David Slade salva los muebles con una cinta menor a su antecesora pero superior a la media de facturaciones producidas en Hollywood. Y es que era mucho pedir que sellara un film redondo como lo fue en su día Hard Candy, con la maravillosa Ellen Page haciendo las veces de antiheroína. Puntuación: 6,5 sobre 10.
Si bien 30 días de oscuridad no ha cumplido plenamente mis expectativas iniciales, no me ha defraudado tanto como creía tras leer las malas críticas cosechadas en sus primeras semanas de cartelera cinematográfica. Y es que David Slade, director de esta cinta y responsable también de la potente y cruda Hard Candy, es un buen director. Sabe llevar el pulso narrativo a su terreno, y le imprime un ritmo poco convencional en un film de estas características, que si bien puede que no llegue a todo el público, para mi solventa con creces la ardua tarea de tocar un género donde prácticamente está todo visto.
La cinta de Slade parte de un planteamiento inicial de lo más atractivo, pero que conforme avanzan los minutos, va perdiendo fuelle. La acción se desarrolla en un pueblo de Alaska que anualmente le esperan 30 días seguidos de oscuridad total. El sol se pone y durante un mes la noche gobernará sobre el día. Con esta premisa, el pueblo resulta de lo más atractivo para cualquier chupasangre y efectivamente, esta ausencia de luminosidad es aprovechada por el grupo de vampiros creados por David Slade. Aunque no se nos informa de donde vienen los vampiros, poco importa, pues sabemos de sobra que sus intenciones son principalmente alimentarias y en forma de carne humana.
Tras la pausada presentación de personajes, donde la relación entre Eben (Josh Hartnett) y Stella (Melissa George) está un poco cogida con pinzas y carente de interés, comenzará una apabullante y potente puesta en escena, donde los vampiros serán los verdaderos protagonistas de esta historia, relevando a un inexpresivo Josh Hartnett a los últimos peldaños de la interpretación. Y es que en 30 días de oscuridad, queda reflejado que apenas puede aportar otra cosa que no sea su atractivo físico a los personajes que encarna. Y es que sobre él, recae todo el peso de la película al coronarse como el héroe de esta, cosa que le viene demasiado grande. Nadie se cree su actuación, hacha en mano en plan Jack Torrance en El resplandor y degollando vampiros por doquier. Suspenso para la dirección de casting.
En cuanto a la acción desarrollada, David Slade la solventa con bastante elegancia, dotando de la sangre necesaria a las escenas de violencia y quedando patente algunos de los tics más comunes de las cintas de serie B. Eso si, algunas escenas son un mero calco de films como 28 días después o Amanecer de los muertos, y en cuanto a la estética y puesta en escena se nos vienen a la cabeza cintas como Asalto a la comisaría del distrito 13 (la clásica de John Carpenter) o La Cosa también de Carpenter.
Destacar una conseguida fotografía gélida de 30 días de oscuridad, acorde con el clima que representa la película, con claros tonos y filtros azulados y apagados que tan bien sobresalen en contraste con el color de la sangre. Destacar también el brillante plano cenital que nos brinda Slade (muy al estilo de la introducción de Amanecer de los muertos) y en el que se desarrolla la acción en cada centímetro de la pantalla, viendo los numerosos ataques que los chupasangres ejercen a los habitantes del pueblo desde un mismo punto de vista. Sencillamente brillante.
En definitiva, 30 días de oscuridad acaba siendo una propuesta entretenida que gustará a los amantes del género de terror y vampiros; el resto de público abstenerse. Poca cosa nueva es lo que aporta esta cinta, pero pese a ello resulta un producto diferente a pesar de sus tópicos. Se salva por un final bien resuelto que no acaba como cabría esperar; y por una excelente labor de producción, dirección artística y maquillaje. David Slade salva los muebles con una cinta menor a su antecesora pero superior a la media de facturaciones producidas en Hollywood. Y es que era mucho pedir que sellara un film redondo como lo fue en su día Hard Candy, con la maravillosa Ellen Page haciendo las veces de antiheroína. Puntuación: 6,5 sobre 10.
Leer crítica de 30 días de oscuridad en Muchocine.net
1 comentario:
No sabía que era el director de hard candy!
Doy por hecho que "final bien resuelto que no acaba como cabría esperar" significa que alguno de los protas muere... no?? :P:P
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