lunes, 3 de noviembre de 2008

Camino

Camino: último largometraje de Javier Fesser y cambio radical en su estilo de dirección. Tras las surrealistas -y personalmente nada acertadas- El milagro de P.Tinto y La gran aventura de Mortadelo y Filemón; Fesser se adentra en una vertiente dramática y no exenta de polémica que hace tambalear los cimientos del fundamentalismo religioso más retrógrado y extremista. Con Camino, Javier Fesser nos ofrece su mejor película hasta la fecha y una de las grandes apuesta en la próxima edición de los premios Goya. Camino destila belleza e inteligencia de una manera apabullante.

Poco hay que contar de la sinopsis de Camino, pues se ha hablado y mucho en todos lo medios. La cinta de Fesser está inspirada en la historia de la hija menor de una familia perteneciente al Opus Dei, que falleció en 1985 a los 14 años de edad, y que actualmente está en proceso de canonización. Pero Camino es, sobre todo, una luz brillante capaz de atravesar todas y cada una de las tenebrosas puertas que se van cerrando ante ella, y que pretenden en vano sumir en la oscuridad su deseo de vivir, amar y sentirse definitivamente feliz.

Contada a modo de flahsback, y tras una pequeña introducción de 5 minutos desgarradora y que nos avisa de la que se nos viene encima, Camino es una fabula de color donde la brutal historia se intercala con los sueños -y pesadillas- de la niña, una encantadora y debutante Nerea Camacho, de la que resulta muy difícil no quedarse prendado y enamorado de ella al instante. Camino resulta de una lucidez brillante, capaz de mezclar el amor y la muerte de manera exquisita, jugar con lo metafórico y sobretodo con la dualidad del personaje de Jesús -niño- (lo mejor de toda la cinta). Javier Fesser logra imprimir su sello más personal e intimista, su gusto por lo fantástico entremezclado con lo real consiguiendo una estética visual impactante y brillante.

Comprendo que Camino no haya sentado nada bien en el seno de las instituciones religiosas, ya que lanza dardos envenenados regularmente durante todo el metraje de la cinta. Desde la manipulación sufrida por los niños en la escuela, hasta el fanatismo más radical de la propia madre de Camino, pasando por el recluismo entre hombres y mujeres en las residencias del Opus Dei y hasta las aportaciones económicas de todos sus miembros; quedan reflejados a la perfección por Javier Fesser.

Visualmente, Camino es una obra maestra, tanto a nivel de historia como a nivel de sueños. Autentica poesía fílmica y cinematográfica es lo que derrocha Camino cuando se adentra en la mente de la niña. La inclusión onírica de estos sueños me parece una de las cosas más acertadas del film de Fesser. Si algo debo echarle algo en cara es la excesiva concentración de estos en la primera hora de la cinta, dejando un poco vacía el resto. Aunque comprendo que las directrices temporales son distintas, y su vertiente dramática recae sobretodo en el último tramo de Camino.

En cuanto al nivel interpretativo de Camino hay poco que decir. Sublime. El trío protagonista se merienda la pantalla y con sus actuaciones, demuestran el porqué de su elección para la cinta de Javier Fesser. La niña debutante, Nerea Camacho, hace una de las mejores actuaciones infantiles que un servidor recuerda. Con esos ojazos verdes que inundan la pantalla grande enamora al público que la está viendo. Natural, simpática, agradable y nada repelente, Nerea Camacho sella la mejor actuación de Camino con permiso de sus padres ficticios. Personalmente, espero verla subiendo a recoger el premio a Mejor actriz revelación en la próxima edición de los Goya; y a ser posible con ese vestido rojo que luce en los momentos finales de Camino. Maravillosa escena y emotivo final.

Por su parte, los padres de Camino también cierran unas actuaciones memorables. Carmen Elías dota a su personaje de toda la vena religiosa y fundamentalista que requiere el papel con una desgarradora interpretación muy sobresaliente. Abnegada ante la enfermedad de su hija, no ve más allá de los límites religiosos y solamente por unos segundos, veremos su lado más humano en una escena estremecedora junto a Mariano Venancio. Es muy probable -casi seguro- que veamos a Carmen Elías nominada a Mejor actriz en los próximos Goya, junto a un merecidísimo también Mariano Venancio (que repite con Fesser tras Mortadelo y Filemón) como Mejor actor, quien parece el único sensato en toda la historia de Camino y que aguanta sin derrumbarse junto a su hija. Junto a Nerea Camacho, a nivel personal es la mejor actuación de Camino.

Por último, una correcta Manuela Vellés, quien cambia radicalmente de papel desde que la vimos en la fallida Caótica Ana de Julio Medem. Lo más destacable de su personaje, es el tremendo parecido físico que tiene con la protagonista, Camino.

En definitiva, Camino es una conmovedora y a la vez demoledora historia de amor y muerte, mezclada con un puntito de brillante poesía cinematográfica que no dejará indiferente a nadie. Cine español bien hecho, y la mejor cinta nacional (y de las mejores internacionales) en lo que llevamos de 2008. Resalta las ganas de vivir por encima de todo, y lo hace rompiendo todas las reglas, y arrastrando al espectador durante dos horas y media visualmente espectaculares. Sobresaliente el trabajo de Fesser tanto en la dirección como en el guión que sorprende a todos con un brutal cuento de hadas lleno de magnetismo. Una apuesta clara para la Academia en los Goya de dentro de unos meses. Puntuación: 9 sobre 10.

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