martes, 29 de enero de 2008

Entre copas

Entre copas: sorpresa con mayúsculas me llevaba mientras veía Entre copas. La verdad es que Alexander Payne había dejado el listón muy alto con la genial A propósito de Schmidt y la satírica Election, pero con su último largometraje hasta la fecha (sin contar su mini historia de Paris je t'aime), ha conseguido sellar una magnífica tragicomedia con deliciosos diálogos punzantes en forma de dardos que Payne dispara sin cesar. Con 2 Globos de oro y un Oscar al mejor guión adaptado de 2004 a sus espaldas, Entre copas (película indie de 2004) resulta un soplo de aire fresco que tanto se agradece ante la avalancha de cine comercial americano donde nos sobran tiros y explosiones. Simplemente con un guión brillante, y un elenco escogido a la perfección, queda demostrado que puedes firmar una de las mejores cintas de 2004. Una comedia inteligente y hecha para gente inteligente, logra su mayor baza en que no caer en el chiste zafio y fácil, sino en unos diálogos muy trabajados y mezclados con situaciones surrealistas donde es imposible evitar que el espectador esboce una mínima sonrisa en su rostro. A través de los parajes vinícolas de California, asistimos a una road movie de insospechado destino. Inicialmente como un viaje de solteros cachondo y divertido, pasa a desembocar en una tragicomedia de segundas oportunidades, y el viaje de despedida de esa juventud ya perdida, poniendo especial énfasis a la verdadera amistad. En Entre copas, el director interpone a dos personajes completamente opuestos y a través del intercambio de ideas u opiniones consigue de una forma fluida y recurriendo al humor más irónico y a veces negro, cerrar una comedia agridulce de lo más agradable. Desde los primeros minutos, reconoces el fuerte magnetismo de la película, que sin darte apenas cuenta te va enganchando poco a poco y lo único que quieres es ver que va a ocurrir en la siguiente escena, y como la resolverán nuestros simpáticos protagonistas. El cuarteto de actores es fabuloso, sobresaliendo un estupendo Paul Giamatti como novelista fracasado y divorciado amante del buen vino Pinot, y que únicamente busca la elegancia y buen sabor de una buena botella de vino, en vez de la de una mujer. Luego tenemos a su opuesto amigo Thomas Haden Church, un actor a punto de casarse donde usará el viaje como último atisbo de libertad y simplemente se conforma con un barato Merlot en vaso de plástico. El dúo femenino lo completan la televisiva Sandra Oh (de Anatomía de Grey), como experta del buen vino, soltera e independiente que irá a parar a los brazos del actor. Y por último, Virginia Madsen, una camarera divorciada e insegura de si misma que busca desesperadamente la atención de un hombre interesante. Alexander Payne, irónico y maestro observador del comportamiento humano, consigue lo que verdaderamente importa: algo tan sencillo y que siempre funciona como las historias y los personajes que los interpretan, y firma una obra sobre la amistad de dos hombres muy distintos y perdidos en sus respectivas vidas que sólo buscan un último golpe de suerte en la vida. Un excelente relato emocional donde busca en todo momento la complicidad del espectador y juega con ese sentido del humor que la mayor parte de las veces surge precisamente de cierta tragedia. Muy recomendable. Puntuación: 7,5 sobre 10.

1 comentario:

Jaime M. dijo...

Bien por mi. Ya he alcanzado las 2.000 visitas.
Próximo reto, 5.000 visitas antes de acabar la carrera.

Gracias a todos los visitantes. Seguid viniendo.